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Este blog forma parte del proyecto narrativo Cuéntalo Todo, bajo la dirección del maestro Sandro Cohen dentro de la materia de Redacción Universitaria del Departamento de Humanidades, División de Ciencias Sociales y Hmanidades, de la Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Dolor


—¡Ay cabrón! ¡Me duele!

En mi última visita al consultorio, el doctor me regaño. Se quejó de que voy mejorando lentamente. Lo cierto es que no he tomado con regularidad mis medicamentos. –No veo para qué; no creo que me quede sin piernas. Ja–.

A veces siento mucho dolor. Es una especie de ardor combinado con mucho dolor.

Ayer recibí una visita, un amigo. Platicamos por un buen tiempo. Viejos recuerdos y ultimas experiencias eran el tema principal; hasta que finalmente salió lo del accidente. No me gusta hablar de eso. Me hizo una confesión. Dijo que mientras estuve en coma, durante siete meses, un Tanatólogo se acercó a mi mamá. Dice que ella lo corrió de la habitación gritándole hasta de lo que se iba a morir. –Ja, ja, ja. Pobre güey–.

Cuenta que  la amputación de mis piernas era imprescindible; no podían hacer nada para salvarlas. Aún después de la cirugía, tenían esperanzas de que reaccionaría rápidamente; que despertaría, pero no fue así. 

Después de algunos meses, los doctores ya eran poco optimistas. Mis probabilidades de despertar en ese momento eran mínimas. Y no era para menos, tenia contusiones por todo el cuerpo, una gran fractura que dividía mi cráneo en dos y por sí fuera poco, las piernas destrozadas. Afirmaban que quede inconsciente inmediatamente después del incidente. Estaba vivo de milagro.

Mi madre se aferró a mi. La familia le insistía que tenía que ser fuerte, que me tenía que dejar ir, que era lo mejor para mi. 

Ella no me dejo ni un momento. No dejaría a su único hijo. 

Gracias ma... otra vez.

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